sábado, 18 de febrero de 2012

El espía que baila


QUINTO DÍA (18/02/2012)
AYER llovió en Vancouver.

Todos los hombres. En los rascacielos. A pesar de la lluvia y del viento. Encaramados en lo más alto. Parece que limpian cristales pero son espías interestelares o intercontinentales, no lo sé todavía.
Y solo yo voy a perseguirlos. 

Soy la única persona del Downtown de Vancouver que hace fotos en el distrito financiero. No hay turistas, se han ido todos a la costa de California a tomar el sol, a los Casinos de Las Vegas, a cantar Country en bares de carretera, a operarse las cartucheras y la papada.
No hay curiosos de las alturas, los ciudadanos miran al suelo, ya se conocen las alturas porque vienen de ahí, de lo más alto, y precisamente por eso necesitan olvidarlo todo.
 

El hombre espía se agita con el viento o contra él, luego se columpia, ¡el espía se está columpiando! Y deduzco que se trata de una estrategia para despistarnos.
Voy a mirar hacia arriba ahora mismo.
Voy a poner cara de curiosidad mientras miro. 

Voy a asegurarme de que lo que sucede arriba es esencial. 
Voy a contagiar a todos los que pasen. 
Voy a crear un grupo de espías de los espías.
Ahora. Ya.

Primer avistamiento del espía (sin bailar) 15/02/2012

Segundo avistamiento del espía (queriendo bailar) 16/02/2012

Tercer avistamiento del espía que baila. Día del experimento

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