miércoles, 14 de marzo de 2012

No estar, pero caminar como si se estuviera; El hombre pantera y Katie


Hay un hombre en pijama de cuadros y zapatillas, que se pasea de noche por la ciudad de Vancouver mientras todos duermen en los rascacielos. Puede ver en la oscuridad. Lleva unas gafas de pasta negra, aparentemente gafas de dioptrías y miopías, pero realmente gafas de ver de cerca y leer las mentes.
Es un hombre pantera. Lo sé. Puedo reconocerle fácilmente porque camina como los hombres pantera, a saltos, con los hombros ligeramente echados hacia delante y los brazos flotando como dos aletas a lo largo del cuerpo. Digo aletas porque este hombre también ha vivido mucho tiempo en el agua, y a veces siente una nostalgia intolerable del agua y de las olas, y se levanta en mitad de la noche a las 4:37, abre la puerta de su casa en Madrid, y empieza a caminar hasta llegar al océano. Al Océano Pacífico.
Cuando se quedan a oscuras, el Océano y él, respira muy hondo, se quita las gafas para ver bien de lejos, y suele tararear una canción que se puso de moda en 1993.
Esta sentado en un tronco en mitad de la arena. Detrás de él, toda la noche, y por delante, olas calmadas, montañas que se insinúan, una luz de un barco naufragado, un amor desesperado, botellas de cristal flotando, peces abisales dejándose ver, y por fin, saberlo todo durante dos segundos sin tener que preguntarse toda la vida qué se está buscando.
Esa es la noche para el hombre pantera; Ese, el océano. Y ya no hacen falta ojos brillantes para llegar a la razón última de las cosas porque basta con el mar, la noche, el pijama y las zapatillas.
 
“Hace frío, ten cuidado” Katie le ha visto y le previene
“Cuidado ¿por qué? Soy un hombre pantera, no le tengo miedo a nada”
“Tú tienes pinta de pasar mucho frío y vas en pijama caminando por ahí”
“¿Cómo es la pinta de pasar frío?”
Katie le hace un gesto con los ojos “Esa pinta. Además deberías peinarte un poco el tupé. No puedes presentarte en el Pacífico tan despeinado”
El hombre pantera se pasa la mano por el pelo para arreglárselo un poco. Todo lo demás es impecable.  
“Todo lo demás es impecable, no me fastidies”- se pone las gafas- “Ah, eres tú, había oído hablar de ti”
“¿Y?” Katie se da la vuelta y se va.
“¿Por qué te vas tan rápido?”
“Yo siempre me estoy yendo, no me fastidies tú tampoco”- Katie ya es una sombra en Davie Street.



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