“ES una gilipollez estar lejos,- le ha dicho una chica
italiana a otra mejicana- Solo los santos, los dioses y los demonios pueden
estar realmente lejos de las cosas”
“Tienes razón. Míranos aquí, como dos idiotas leyendo la
prensa de nuestros países y preguntándonos qué coño estarán haciendo nuestros
novios ahora mismo”
“Insisto: solo los dioses, los santos y los demonios”
“Te has dejado a las putas”
“No seas machista”
Los dioses, los santos y los demonios, ocupados en la inacción
y en la estrategia. Locos de atar por no poder mancharse la boca con el tomate
de la pasta de Martina, por su incapacidad para mover las caderas como las tres
ladies del anuncio de danza del oriental de los sábados, espantados por no
saber arquear las espaldas los suficiente ante el placer o ante el dolor, determinados por no encontrar la palabra “milonga” en su imaginario.
Huele a café y me levanto. Un resorte inevitable. Solo los
dioses, los santos y los demonios pueden alejarse de todo… los demás estamos demasiado próximos a nuestros gestos atávicos.
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