Hay un niño que ladra muy bajito. Es como un suspiro un poco
más alto de lo normal convertido en súbito gritillo.
El niño que ladra no tendrá más de doce años y está merendando con su padre en un Waves Coffee de Broadway. Estamos en Vancouver, hoy hace mucho viento. Ha llovido. El padre se toma rápido su café. El niño se come la merienda haciendo trozos muy pequeños con los dedos y ladrando intermitentemente. Se levanta el padre. Le mueve el flequillo al hijo que no deja de sonreír ni de ladrar, los dos se van por donde han venido.
Pienso que lo bueno de Vancouver es que a nadie le importa una mierda quien ladra en la mesa de al lado.
Y por eso me pongo yo a hacer el pato.
El niño que ladra no tendrá más de doce años y está merendando con su padre en un Waves Coffee de Broadway. Estamos en Vancouver, hoy hace mucho viento. Ha llovido. El padre se toma rápido su café. El niño se come la merienda haciendo trozos muy pequeños con los dedos y ladrando intermitentemente. Se levanta el padre. Le mueve el flequillo al hijo que no deja de sonreír ni de ladrar, los dos se van por donde han venido.
Pienso que lo bueno de Vancouver es que a nadie le importa una mierda quien ladra en la mesa de al lado.
Y por eso me pongo yo a hacer el pato.
Kuac
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