KUO Li le confiesa a Katie lo siguiente, le dice que hace
quince años tuvo una novia con la que iba a casarse en Corea cuyo nombre
prefiere no decir en voz alta para no alterar el ritmo natural de las cosas.
Los padres de ella le habían concedido a Kuo Li su mano con una condición, que aprendiese inglés y pudiera cambiar de trabajo antes de casarse.
Él era reparador de ascensores, y por aquel entonces morían muchos mecánicos desprovistos de toda clase de seguridad en las alturas de los rascacielos coreanos. "No queremos que dejes a nuestra hija viuda" le dijeron "cuida de ti y cuidarás de ella"
Los padres de ella le habían concedido a Kuo Li su mano con una condición, que aprendiese inglés y pudiera cambiar de trabajo antes de casarse.
Él era reparador de ascensores, y por aquel entonces morían muchos mecánicos desprovistos de toda clase de seguridad en las alturas de los rascacielos coreanos. "No queremos que dejes a nuestra hija viuda" le dijeron "cuida de ti y cuidarás de ella"
Kuo Li,
que amaba profundamente a la que entonces era su prometida, se fue a Canadá a
aprender inglés con todos los gastos pagados por sus futuros padres políticos. Esa era la idea, ese fue el plan. Pero durante el tiempo que
Kuo Li estudió en Vancouver, además de inglés aprendió tres cosas inolvidables:
1. No le
gustaba su trabajo. Efectivamente odiaba las alturas y odiaba la idea de una muerte temprana.
2. No
quería que nadie le dijera lo que tenía que hacer.
3. Había
dejado de amar a su prometida.
En ese momento de la confesión, Katie deja escapar un leve
grito de zozobra y mira fijamente a los ojos de Kuo Li que empieza a cantar la
siguiente canción japonesa:
Yo era capaz de volar,
yo era capaz de volar sobre los árboles
del jardín de la Primavera rebosada.
Ahora que la Primavera se ha ido,
He aprendido a nadar,
a nadar en los ríos y en el Ashinoko
Al término de la canción, Katie no puede dejar de mirar a
los ojos de Kuo Li, quien ha pasado de ser un pájaro a ser un pez en solo seis
versos.
Katie se hace algunas preguntas en silencio y cede su pañuelo de seda blanca con delicados dibujos azules, marrones y grises a Kuo Li para que pueda secarse sus lágrimas de lagos japoneses.
Las preguntas que Katie se hace en silencio podrían resumirse en la siguiente:
Katie se hace algunas preguntas en silencio y cede su pañuelo de seda blanca con delicados dibujos azules, marrones y grises a Kuo Li para que pueda secarse sus lágrimas de lagos japoneses.
Las preguntas que Katie se hace en silencio podrían resumirse en la siguiente:
1.
Cómo es posible que un coreano cante con tanta a
afectación una canción japonesa, y que además entone la palabra Primavera はる (Jaru) como si nadie más fuera a pronunciarla en la
vida, como si la idea de la Primavera se hubiera erosionado con el viento hasta
volverse minúscula e imprecisa ¿Cómo
pronunciamos las palabras que desaparecen?
Le gustaría a Katie hablar de las palabras que se
extinguen, de las que se van, las que se guardan y se olvidan. Le gustaría a
katie poder sonreír con ligereza en lugar de intentar adivinar si el lago Ashi
en Japón guarda el secreto de los pájaros nadadores de los ríos, el nombre de
la prometida, y ese dolor tan profundo de Kuo Li que brota inesperadamente con solo dos cervezas. Sin embargo Katie, en ese instante
de extraordinaria transcendencia, sabe que debe levantarse y tomar un poco de
aire fresco en Smithe Street, fuera, lejos, un minuto, o dos, sola, aire.
Me estás consiguiendo enganchar Cristina; perdon,Katie. Esto es mejor que una novela. Desde ahora soy fan de tu blog.
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