CADA vez que él se levanta de la mesa y se ausenta
brevemente para cualquier cosa, ella se retoca eso mismo, cualquier cosa. A
veces el cabello, a veces el escote, a veces el perfil de la mirada. Él regresa
y la contempla, pero no nota diferencia alguna. «Hace
mucho frío» acaba diciendo él recogiendo su
bufanda del suelo. Y ella contesta que sí, que mucho.
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