SEGUNDO DÍA (15/02/2012)
EN la valla, en esta casa, en la
parte trasera de esta casa, en la valla del jardín, pegada la valla a la
puerta, un cuervo negro, de lado, con las patas ancladas, un cuervo negro, casi
escondido, de pico oscilante, abierto para chillar, el cuervo chilla, el cuervo
negro chilla, y dice, a su manera de cuervo, hola, bienvenida, me agacho, me incorporo, le miro, nos miramos,
desciendo otra vez, busco la llave, un gato de cerámica, un gato feo, grotesco,
demente, la llave fuera del gato, ahora en la cerradura, otra cerradura, un
ruido muy pequeño, arriba, y abajo, la puerta abierta,
queda todo atrás, el cuervo negro, los que sacan los ojos, amontonados como
granos de café, cuervos en las ramas de los árboles, en las
naves desocupadas, replicados en los cristales, sobre las ventanas de los
rascacielos, azul acerado, gris plomizo, los rascacielos y el cielo, las nubes,
las banderolas, la carretera, el puente, los cuervos cruzan las avenidas, coches de ida, y los coches de vuelta, antes de hoy no era nada, un tacón por las aceras, un sonido intermitente, contra los corredores, contra el viento de
cara, contra el sol aplacado, contra los perros, contra los dueños de los perros, contra la
ciudad, contra los hombres y las mujeres, contra los limpiacristales, contra el océano, el Pacífico, contra el Océano
Pacífico, y el olor a salitre, y la mujer que mira al mar, el hombre que mira al mar,
los cuervos en las ramas, graznidos, un zapato rojo, la ciudad, las calles, estamos llegando, nos hemos ido, estamos
llegando los cuervos y yo, nos hemos ido.
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